La declamación dinámica y sinóptica*
…Hoy quiero
liberar el ambiente intelectual de la vieja declamación estática, pacifista y
nostálgica y crear una nueva declamación dinámica, sinóptica y guerrera. Mi
indiscutible primacía mundial de declamador de versos libres y de palabras en
libertad me ha permitido constatar las deficiencias de la declamación como se
ha venido entendiendo hasta hoy.
Esta declamación tradicionalista, incluso cuando está sostenida por
maravillosos órganos vocales y por los temperamentos más fuertes, se reduce
siempre a una inevitable monotonía de altos y bajos, a un ir y venir de gestos
que inundan reiteradamente de aburrimiento la mugrienta imbecilidad de los
públicos de conferencias.
Durante mucho tiempo me he divertido seduciéndoles y conmoviéndoles, mejor y
con mayor seguridad que todos los demás declamadores de Europa, introduciendo
en sus obtusos cerebros las imágenes más extravagantes, acariciándoles con
refinadísimos espasmos de voz, con blandura y brutalidad aterciopelada, hasta
que, domados por mi mirada o alucinados por mi sonrisa, sentían la necesidad
femenina de aplaudir lo que no habían entendido y no amaban.
He experimentado suficientemente la feminidad de los locos y la debilidad de su
virginidad colectiva al imponer los versos libres futuristas. Los trucos más
perfeccionados de la mímica facial y de los gestos servían admirablemente a las
primeras formas del lirismo futurista, el cual, resumiendo todas las tendencias
simbólicas y decadentes, era en cierto modo la más espasmódica y completa
humanización del universo.
Lo que caracteriza al declamador tradicionalista es la inmovilidad de sus
piernas, mientras que la agitación excesiva de la parte superior de su cuerpo
da la impresión de una marioneta moviéndose en un teatro de títeres de feria,
bajo el control invisible de sus titiriteros.
Con el nuevo lirismo futurista, expresión del esplendor geométrico, nuestro yo
literario se quema y se destruye en la gran vibración cósmica, de tal forma que
el declamador debe también desaparecer, por decirlo así, en la manifestación
dinámica y sinóptica de las palabras en libertad.
El declamador futurista debe declamar con sus piernas como con sus brazos. Este
deporte lírico obligará a los poetas a ser menos llorosos, más activos y más
optimistas.
Las manos del declamador deberán manejar los diferentes instrumentos creadores
de ruido. No le veremos más aletear espasmódicamente en los cerebros agitados
de los espectadores. No tendremos más esas gesticulaciones de director de
orquesta que riman la frase, ni los movimientos del tribuno, más o menos
decorativos, ni la languidez de una prostituta sobre el cuerpo de un amante
fatigado. Manos que acarician o hacen encajes, manos que suplican, manos de
nostalgia o de sentimentalismo: todo eso desaparecerá en la dinámica total del
declamador.
Por consiguiente, el declamador
futurista deberá:
1.- Llevar un traje anónimo (si es posible,
por la tarde, un smoking), evitando todos los modos de vestir que pudieran
suscitar un ambiente especial. Nada de flores en el ojal, ni de guantes.
2.- Deshumanizar completamente la
voz, quitándole sistemáticamente todas sus modulaciones y matices.
3.- Deshumanizar completamente su
rostro, evitando todas las muecas y todos los guiños.
4.- Metalizar, licuar, vegetalizar,
petrificar y electrizar la voz, fundiéndola con las vibraciones mismas de la
materia expresadas por las palabras en libertad.
5.- Tener una gesticulación
geométrica, dando así a los brazos rigideces punzantes de semáforos y de rayos
de faro, para indicar las direcciones de las fuerzas, o de los pistones y de
las ruedas, para expresar el dinamismo de las palabras en libertad.
6.- Tener una gesticulación gráfica
y tipográfica que cree sintéticamente en el aire cubos, conos, espirales,
elipses, etc.
7.- Servirse de un cierto número de
instrumentos elementales como martillos, tablillas de madera, bocinas de
automóviles, tambores, sierras con campanillas eléctricas, para producir sin
fatiga y con precisión las diversas onomatopeyas simples o abstractas y los
diversos acordes onomatopéyicos.
Estos diversos instrumentos en ciertas aglomeraciones orquestales de palabras
en libertad pueden funcionar orquestalmente, manejado cada uno por su ejecutor
particular.
8.- Servirse de otros declamadores
iguales o subalternos, mezclando o alternando sus voces con la suya.
9.- Desplazarse por diferentes
puntos de la sala, con mayor o menor rapidez, corriendo o caminando lentamente,
haciendo que el movimiento de su propio cuerpo colabore con el esparcimiento de
las palabras en libertad. Cada parte del poema tendrá así su luz especial y el
público, siguiendo magnetizado la persona del declamador, no experimentará
estáticamente su fuerza lírica, sino que contribuirá, dándose vueltas hacia los
diferentes puntos de la sala, al dinamismo de la poesía futurista.
10.- Completar la declamación con 2,
3 o 4 pizarras dispuestas en diferentes puntos de la sala, sobre las cuales se
deben dibujar rápidamente teoremas, ecuaciones y cuadros sinópticos de valores
líricos.
11.- Debe ser un inventor y un
creador infatigable durante su declamación:
a) decidiendo instintivamente en cada
instante el punto en donde el adjetivo-tono y el adjetivo-atmósfera deben ser
pronunciados y repetidos. Como en las palabras en libertad no existen
indicaciones precisas, sólo debe limitarse a seguir su olfato, preocupándose de
alcanzar el máximo de esplendor geométrico y la máxima sensibilidad numérica.
Colaborando así con el autor de las palabras en libertad, lanzando
intuitivamente nuevas leyes y creando nuevos horizontes imprevistos en las
palabras en libertad que él interpreta.
b) Clarificando y explicando con la
frialdad de un ingeniero o de un mecánico las tablas sinópticas y las
ecuaciones de valores liricos que forman las zonas de evidencia luminosa, casi
geográfica (entre las partes más oscuras y más complejas de las palabras en
libertad) y las momentáneas concesiones a la comprensión del lector.
c) Imitando en todo y por todo los
motores y sus ritmos (sin preocuparse por su comprensión), declamando las
partes más oscuras y más complejas, y especialmente todos los acordes
onomatopéyicos.
La 1ª Declamación dinámica y sinóptica tuvo lugar el 29 de
marzo de 1914 en el salón permanente de la Exposición Futurista de Roma,
Via del Tritone, 125.
Comencé por explicar al público el valor artístico y simbólico de los diferentes
instrumentos onomatopéyicos:
En la “Tofa”, voluminosa
caracola, de la cual los niños extraen, soplando, una melopea tragicómica
turquesa-oscura, he descubierto una sátira feroz de la mitología y de todas sus
sirenas, tritones y conchas marinas, que pueblan el golfo passatista de
Nápoles.
El “Putipú” (ruido
naranja), llamado también caccavella o pernacchiatore, es una
pequeña caja de estaño o de barro cocido cubierta de cuero, en donde se ha
clavado un junco que zumba alegremente si se frota con la mano mojada; es la
violenta ironía con que una raza sana y joven corrige y combate todos los
venenos nostálgicos del Claro de luna.
El “Scetavalasse” (rumor
rosa y verde), que tiene por arco una sirena de madera recubierta de cascabeles
y de piezas de estaño, es la parodia genial del violín como expresión de la
vida interna, y de la angustia sentimental. Ridiculiza espiritualmente el
virtuosismo musical, Paganini, Kubelik, los ángeles tocadores de viola de
Benozzo Gozzoli, la música clásica, las salas de los conservatorios, cargadas
de tedio y de una negrura deprimente.
El “Triccabballacche” (ruido
rojo) es una especie de lira de madera que tiene por cuerdas unas finas y
ligeras varillas de madera, terminadas en unos martillos cuadrados, también de
madera. Suena como los platillos, abriendo y cerrando las manos alzadas que
empuñan los dos montantes. Es la sátira de los cortejos sacerdotales
grecorromanos y de los citaristas que adornan la arquitectura tradicionalista.
A continuación declamé dinámicamente: Piedigrotta, maravillosas y conmovedoras palabras en
libertad producidas por el genio hilarantísimo y originalísimo de Francesco
Cangiullo, gran parolibero futurista, primer escritor de Nápoles y primer
humorista de Italia. De vez en cuando, el autor saltaba
hacia el piano, alternando conmigo la declamación de sus palabras en libertad.
La sala estaba iluminada con pequeñas lámparas rosa que aumentaban el dinamismo
del fondo piedigrotesco pintado por Balla. El público acogió con aplausos
entusiastas la aparición del cortejo de la tropa enana mencionada
anteriormente, erizada de sombreros fantásticos de papel de seda, y que giraba
en torno a mí, mientras declamaba.
Muy admirado el vaso multicolor que el pintor Balla llevaba sobre la cabeza.
Observamos en una esquina la naturaleza muerta de un torno verde bilioso de
tres filósofos partidarios de Croce, sabrosa desentonación funeraria en el
ambiente super-luminoso de futurismo. Los que creían en un arte alegre,
optimista y divinamente irreflexivo arrastraron a los indecisos. El
público acompañó con la voz y el gesto el maravilloso estrépito que
estallaba de vez en cuando durante mi declamación, la cual resultaba muy
evidente y eficaz en su fusión con los instrumentos onomatopéyicos. La segunda declamación dinámica y sinóptica la hice en Londres el 28 de
abril de 1914, en las Doré Galleries. Declamé dinámica y sinópticamente varios
fragmentos de mi Zang tumb tumb (asedio de Adrianápolis). Encima de
la mesa, delante de mí, estaban dispuestos un teléfono, unas tablillas y unos
pequeños martillos que me permitían imitar las órdenes del general turco y los
ruidos del tiroteo y las metralletas.
* F.T. Marinetti, La declamazione dinamica e sinottica, pliego,
Direzione del Movimento Futurista, Milán, 11 de marzo de 1916.Traducción
de José Antonio Sarmiento.